No es habitual que desayunemos afuera, más un sábado, generalmente aprovechamos para dormir como dos marmotas y levantarnos tipo mediodía, así arrancamos el finde tranquilos. Es más, casi nunca almorzamos, desayunamos bien potente y con eso tiramos toda la jornada.
El desayuno en Le Blé se dio de casualidad. Hubo un tiempo (un mes, en realidad) en el que trabajé sin saberlo a unos 100 metros de la panadería-pastelería, de haber sabido antes habría caído en su trampa de harinas blancas con anterioridad, pero la suerte hizo que pudiera disfrutar un desayuno más que abundante un día otoñal con 20° de promedio.
Hacia allá fuimos, pero antes de salir de casa nos tomamos unos matesitos guardando el hambre para el momento indicado.
Para empezar, el lugar es lindo. La decoración es somera y bastante simple, algunos detalles (como humedad en el techo y malas terminaciones en los empapelados) bajoneaban un poco, pero en general es un lugar bonito. Tienen una mesa enorme para compartir, y unos sillones antiguos para sentarse a conversar (si si, como las grandes cadenas internacionales que abarrotan gente en las esquinas más concurridas de la Capital). En el centro del salón una inmensa mesada de campo respaldada por una estantería llena de panes de distinto tamaño, invitaba a llevarte TODO. Ahí podías encontrar panes saborizados, de cereales, integrales, baguettes, y del otro lado la parte dulce: tarteletas, bocaditos, budines, eclairs, etc.
Fer se pidió un desayuno Le Blé, que incluía tostadas de campo, un muffin (eligió chocolate), un pain au chocolat y una croissant. El mío era un desayuno inglés con un pudding de croissant y un jugo de naranja, al que le agregué un café Le Blé, que venía en una inmensa taza color cremita, ideal para acompañar todo lo que íbamos a compartir con Fer. El desayuno fue bastante completo, aunque a nuestro gusto le faltó algo salado o neutro, tipo algún scon, para cortar tanto dulce. Las tostadas nos convencieron de comprar luego un pan de campo ENORME que llevamos a casa para compartir y desayunar los días siguientes. El muffin era súper esponjoso y de un tamaño importante (nada estrafalario como los horribles que también venden en cadenas multinacionales), el pain au chocolat llegó helado y no estaba tan rico... la barra entera de chocolate Águila complicaba morderlo.
Mi pudding de croissant lo sirvieron en una coqueta ollita (no se como se llama), y daba pena comerlo. Las primeras cucharadas las dí sin pensar, pero a mitad de tanta glotonería tuve que parar porque llegaba a ser muy empalagoso, encima a Fer mucho no le gustan las cosas hiper dulces, así que abandoné a tiempo y pude probar lo demás.
El lugar es super tranquilo. Inclusive abonando una módica suma (creo que $18.-) podés tener café de filtro libre, ideal para quienes trabajan freelance y tienen un estómago fuerte para tomarse más de una taza!. Es un lugar muy tranquilo para charlar y disfrutar, y si te llevas un buen libro podés distenderte a full.
Entre los dos gastamos $140.- epa!, pero como destacamos siempre la calidad y lo abundante que fue el desayuno, está bastante bien. La atención fue correcta.
Antes de irnos, nos llevamos unos pancitos saborizados y el pan de campo inmenso, que estaba buenísimo!
Les super recomiendo el lugar para darse un gustito y si es a la mañana mejor!
_________________________________
Le Blé - Av. Dorrego 999, Chacarita
www.leble.com.ar
No hay comentarios:
Publicar un comentario